El juego del Calamar no es para niños.
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Lo que tus hijos ven y hacen, afecta a los míos. Y lo que mis hijos ven y hacen, afecta a los tuyos.
Puede que no directamente ahora, pero sí en un futuro... cuando se crucen en una clase, en unas vacaciones o en Tinder.
O puede que sí que me afecte ahora... porque le inviten a jugar al juego del calamar, le peguen sin razón en el patio o le hablen de comprar p*t*s en un videojuego para mayores de 18 años.
Vivimos en sociedad.
Y nuestros hijos e hijas se cruzarán algún día en un semáforo, en el curro o serán pareja.
Vivimos en sociedad. Y necesitamos educar niños y niñas que sepan enfrentarse a la vida con garra pero sin violencia.
Vivimos en sociedad. Y nuestra responsabilidad como educadores es la más grande que existe.
Vivimos en sociedad. Y la construimos con nuestras decisiones, todas, también las pequeñas.
Las pantallas no son malas en sí mismas, pero sí que se están viendo muchos comportamientos irresponsables sobre su uso. Y uno de ellos está llenando titulares: "El juego del calamar" entra en los patios del colegio.
Ser padres y madres tiene una grandísima responsabilidad. La de velar por su bienestar.
Cuando son bebés lo tenemos muy claro:
- No pueden jugar con un cuchillo.
- No le dejo que se meta en la boca cosas con las que se puede ahogar.
- Nada de meter las manos en un enchufe.
¿Qué pasa cuando se van haciendo mayores? Perdemos esta perspectiva.
La serie El Juego del Calamar tiene como edad recomendada +16 años y yo diría que +18.
Los comentarios sobre la trama son: "Juego sádico", "asesinatos a sangre fría", "asesinatos en masa", "todo por dinero"
No es para niñ@s. Es violenta, agresiva y me pone mal cuerpo a mis 41 tacos.
Todos vamos hasta arriba de trabajo, sin tiempo... pero para cuando nos demos cuenta los niños ya no son tan niños y les hemos dejado hacer cosas que les afectan a ellos y a su salud mental.
Somos muy conscientes del daño físico: una herida, un corte, una rotura. Porque lo vemos.
Pero obviamos el daño neurológico o psicológico: el miedo, la ansiedad, la irritabilidad... Porque no podemos verlo en el corto plazo.
Educar es una carrera de fondo y tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de nuestros hij@s. Y hay líneas que no se pueden pasar.
Igual que no le dejas conducir o fumar con 10 años... Con las pantallas pasa lo mismo. Debemos respetar la etapa vital en la que se encuentran:
- Mirar y respetar las edades recomendadas de videojuegos, series y pelis. Si tienes alguna duda, puedes verla antes y decidir. Y no ver nosotros contenido inadecuado si están por ahí rondando.
- Animar a nuestros hijos a hacer un uso responsable de las pantallas. En tiempo, lugar de consumo y en contenido. Traza un plan familiar.
- Máximo tiempo en la calle y el juego libre. Su tiempo de ocio tiene que estar lleno de deporte, aire fresco y juego.
- Enseñarles la importancia de la constancia y el esfuerzo, algo que se está perdiendo al tener todo a un click.
- Y un sin fin de cosas más.
Tenemos que combinar sentido común y etapa vital. Y deberíamos tener un listado de cosas "de sentido común" también con las pantallas. Y la primera es respetar las edades recomendadas.
Lo que mis hijos ven y hacen, afecta a los tuyos.
Por eso, en esta familia, vamos a intentar que sean respetuos@s, empátic@s y buenos amig@s. Vean contenidos adaptados a su edad y los dejaremos ser niños todo lo que puedan. Meteremos la pata mil veces, pero nos comprometemos a respetar su infancia. Porque es nuestra obligación: Os dejamos un link a los derechos de la infancia de Unicef. Derechos y obligaciones que tenemos las familias y el Estado.
¿Te comprometes?