Desconectar para conectar
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Es difícil encontrar el equilibrio, pero ser conscientes de que necesitamos encontrarlo es clave. Los primeros que lo estamos haciendo mal somos nosotros. Sí, nosotros. Adultos hiperconectados a móvil, ordenador y tablet. ¿Cómo nos verán ellos?
-A los mayores les suena el móvil por todo, les pita el reloj cuando reciben un WhatsApp y cuando no saben qué hacer, miran el teléfono- reflexiona Martín con 10 años.
¿No deberíamos ser los primeros en ponernos límites? Claramente sí.
Una frase que se escucha mucho en educación que es muy definitoria dice que: "No es lo que les dices que hagan, sino lo que ven que haces". Y realmente es importante educar con el ejemplo y empezar por limitar nuestra propia exposición a las tecnologías.
Desde Kietoparao entonamos el "mea culpa" porque no siempre lo hacemos bien: intentamos responder a los clientes lo antes posible, atender a proveedores a cualquier hora... Pero eso nos está perjudicando como ejemplo de uso responsable de las tecnologías.
A quién no le ha pasado llegar a lo noche, agotad@ de todo el día y sentarse en el sofá a mirar mails, las redes sociales... y justo al otro lado del sofá, tu pareja, con el mismo plan. Sin casi haber hablado... ¿se nos está yendo de las manos?
Ya hablamos en este post, de las medidas que están tomando los gurús de las empresas tecnológicas más punteras de Silicon Valley. Ayer en la sección crecer conectados, de El País, publicaron un artículo muy interesante yendo mucho más allá.
¿Dónde y cómo estudian los hijos de los gurús digitales? ¿Sabíais que las niñeras tienen, por contrato, prohibida la utilización del móvil?
Nos quedamos con dos reflexiones de este post, aunque hay muchísimas:
"Los adultos que mejor comprenden la tecnología de los móviles y las aplicaciones quieren a sus hijos lejos de ella. Los beneficios de las pantallas en la educación temprana son limitados, sostienen, mientras que el riesgo de adicción es alto. El grado de adicción es más parecida al crack"
"Mientras los hijos de las élites de Silicon Valley se crían entre pizarras y juguetes de madera, los de las clases bajas y medias crecen pegados a pantallas"
Compartimos un gráfico que aparece en el artículo sobre el tiempo de uso de las pantallas, por ingresos, en EEUU:
Estudio de Common Sense Media recogido en el artículo de El País.
¿Realmente es el poder adquisitivo el que nos capacita o no en poner los límites de utilización de la tecnología a nuestr@s hij@s? Ahí lo dejo.
En cualquier caso antes de que las cifras sigan creciendo, vamos a ponernos las pilas. Claramente, educar con el ejemplo a nuestros hij@s es crucial. Os dejamos algunas ideas para empezar:
- Desactiva todas las notificaciones. Si es urgente, te llamarán.
En casa:
- Pon una cajita donde todo el mundo tenga que dejar el móvil al entrar. Sólo se pueden atender las llamadas y no todas. Deja para cuando estén en la cama las llamadas que puedan ser más largas.
- Busca momentos para revisar el móvil cuando ellos no estén presentes. Intenta dedicarles toda la atención posible y limitar el tiempo de revisión del teléfono.
- El fin de semana desconexión máxima. Déjalo en un cajón y te sentirás libre.
Fuera de casa:
- No saques el móvil a la mesa. Si haces unas fotos, vuelve a guardarlo. Ya publicarás en Instagram más tarde, cuando hayan ido a jugar.
- En el metro, en el autobús... llévate un libro.
- Por la calle, completamente prohibido ir escribiendo mientras andas. De verdad, nada es tan urgente. Y si lo es, hay que parar.
Sabemos que es difícil, pero es cuestión de ser consciente y querer cambiarlo. Vamos a intentar disfrutar de los ratitos con ellos, sin tecnologías de por medio. Además empezar a mirar a la gente que va en el metro, soñar con planes mientras esperas algo...
¿Te apuntas a este reto de Desconectar para conectar?